La entrada al Inframundo de los Mayas: Los Cenotes
En la cosmovisión de los antiguos mayas, el inframundo, conocido como Xibalbá, era un lugar misterioso y temido, habitado por dioses oscuros, seres sobrenaturales y las almas de los muertos. Para los mayas, la entrada a este reino subterráneo se encontraba en los cenotes, pozos naturales de agua dulce que se formaron por el colapso de techos de cavernas en la península de Yucatán, en México.
Los cenotes no solo eran fuentes vitales de agua en una región donde la superficie terrestre es predominantemente calcárea y el agua superficial es escasa, sino que también eran considerados lugares sagrados y portales hacia el Xibalbá. Los mayas creían que los cenotes eran puntos de conexión entre el mundo terrenal y el mundo espiritual, y que las aguas profundas y cristalinas de estos pozos eran el hogar de los dioses acuáticos y los espíritus de los antepasados.
La importancia religiosa de los cenotes se reflejaba en los rituales y ceremonias que se llevaban a cabo en ellos. Los sacerdotes y chamanes mayas realizaban sacrificios y ofrendas en las aguas sagradas de los cenotes para comunicarse con los dioses, buscar su favor y protección, y honrar a los ancestros. Se creía que los rituales realizados en los cenotes tenían el poder de abrir puertas hacia el Xibalbá y facilitar el paso de las almas de los muertos hacia el más allá.
La Ruta de los Cenotes, ubicada en la península de Yucatán, es una red de rutas terrestres y acuáticas que conecta una serie de cenotes sagrados para los antiguos mayas. Estos caminos ancestrales fueron utilizados por los mayas para viajar entre los diferentes cenotes, llevando a cabo ceremonias religiosas, recolectando agua y recursos naturales, y comerciando con otras comunidades.
Hoy en día, la Ruta de los Cenotes es una atracción turística popular, donde los visitantes pueden explorar la belleza natural y la riqueza cultural de esta región única. Los cenotes continúan siendo lugares sagrados para muchas comunidades locales, y su importancia espiritual y cultural perdura en la actualidad como un legado vivo de la antigua civilización maya.